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miércoles, 1 de junio de 2005

Mal comienzo

Esta mañana ha empezado como cualquier otra. Bueno, no, que hoy he hecho un gran esfuerzo de voluntad para levantarme en cuanto ha sonado el despertador. Me he duchado, me he vestido, he hablado un poco por el messenger y me he ido al trabajo. Como cada mañana, llevo mi coche hasta las cercanías del Palacio Imperial, donde lo dejo bien aparcadito y cojo el metro allí. El trayecto suele ser agradable, cortito pero con tiempo para leer un poco. Hoy no ha sido tan agradable. En el largo pasillo que lleva de la entrada a las taquillas había un hombre. Bueno, más bien un chico de unos treintaytantos. Sucio, desaliñado y bastante colocado, la verdad. Se ha acercado a mí para pedirme dinero, y como le he dicho que no tenía, se ha puesto violento. Ha empezado a gritarme y a acercarse a mí hasta que me ha dejado arrinconada contra la pared. Es posible que si hubiera intentado agarrarme hubiera podido zafarme, pero no las tenía todas conmigo. No era muy fuerte, o no lo parecía, pero destilaba agresividad por cada poro, y eso es peligroso. El caso es que no se acercaba, se limitaba a increparme e intimidarme acercándose paso a paso para alejarse luego un poco, lo justo como para volver a la carga medio milisegundo después. Casi hubiera preferido que se acercara más, habría podido intentar algo. Así, como estábamos, él tenía todas las de ganar. Al final se han oído pasos que bajaban por la escalera, y cuando el chico ha girado la cabeza mi cerebro ha transmitido a mis rodillas que no era un buen momento para quejas y he salido corriendo. Me ha seguido un poco, luego ha debido decidir que mejor buscaba a otro... Así que hoy no he leído. El miedo aún estaba ahí y me ha impedido concentrarme en todo el camino. Aún ahora, contándolo, sigo sin estar tranquila. Creo que nunca me acostumbraré a que me pasen estas cosas.