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martes, 29 de abril de 2003

11.38 Resultados Después del fin de semana puedo concluir que: - El diseño está casi terminado, sólo me quedan unas pinceladas (y averiguar cómo funcionan algunas cosas). - Leer, he leído, pero no lo que debía. Mejor, en la entrevista me lo contaron todo, así que eso que me ahorré. - Conseguí no derrochar en la feria, aunque aún no he logrado mi ansiado ejemplar. Todo llegará. Ah, y sospecho que volveré a la feria... - La boda fue un desastre. Empezando porque en realidad se habían casado por la mañana en secreto y a lo que asistimos nosotros fue una auténtica representación. Evidentemente no lo pasé bien, pero a las 12 estaba en casa. - No me corté el pelo, aunque estpy pensando denunciar a la peluquería, que me cobraron el doble de lo que decían. - Fui al gimnasio. ¡¡¡Bien!!! Y sigo sin fumar. - El mueble y El lápiz del carpintero esperarán al miércoles.l - Os eché de menos, y no bebí alcohol. Menos mal que eso lo solucionaré pronto...

viernes, 25 de abril de 2003

12.08 Buenos propósitos El comienzo de mis 26 años ha sido realmente malo. Vale que podría haber sido peor, pero eso no quita para que pueda ser calificado de realmente deplorable. Aún así intento seguir sonriendo, mientras me pregunto sorprendida cómo es que me he tomado tan bien algunas cosas, como la pérdida de una oferta de trabajo que realmente deseaba (no por ella sino por abandonar el puesto actual). Quizás el dejar de fumar (ya llevo casi 3 semanas) y el empezar a ir a un gimnasio tengan algo que ver. O no. En fin, sea lo que sea no me está sentando nada mal, de hecho me gusta sentirme así. Si tan sólo A y yo pudiéremos dejar de pelearnos cada vez que nos vemos... Pero bueno, espero que este fin de semana ayude a que lo consigamos. Por ahora me he hecho una lista de buenos propósitos a cumplir entre este fin de semana y el puente de mayo: - Ir al cine a ver El lápiz del carpintero y X-Men 2. - Arreglar la plantilla del blog, para que las entradas no sigan saliendo duplicadas, o, mejor aún, cambiar el diseño por uno un poco más alegre. - Leer. Aunque sea por obligación debo terminarme una biografía de Millán Astray, fundador de la Legión, para hacerle una entrevista al biógrafo, que es además decano de la Facultad en la que estudié. Si mi abuelo me viera estaría muy muy feliz. - Ir a la feria del libro, intentar no gastar mucho, disfrutar de los títulos y de la compañía. Conseguir que A me regale El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, que aún no tengo. - Ir a la boda de mi prima, ponerme guapa, conseguir que mi madre no me agobie con las calorías, las grasas ni las posturas. Sonreir mucho y pasarlo bien, o intentarlo. Dejar en casa los prejuicios. - Ir a la peluquería a peinarme, resistir la tentación de cortarme el pelo. - Ir al gimnasio el sábado y el domingo por la tarde. - Comprar un mueblecito para poder guardar los calcetines y la ropa interior. - Resistir la tentación de enfundarme en cierto vestido rojo y amarillo y presentarme en Segovia a joder tramas. No echaros mucho de menos. - Salir de juerga el sábado y no beber alcohol, bueno, no mucho. Y más cosas, que no pongo porque sé que no me va a dar tiempo. Por cierto, ¿quién se une a lo de X-Men 2? Y beor, ya he visto Mi vecino Totoro. Genial, sencillamente. Me encanta May y la escena en la parada del bus. Donnie Darko no puedo verla, por alguna razón el programa me dice que no puede abrirla, una pena.

miércoles, 16 de abril de 2003

11.19 Feliz no cumpleaños 3 mensajes al móvil (S, M y A). 1 mail (de la Junta Directiva de Mensa). 10 llamadas de teléfono (A, S, K, K, A, P, A, C, P, B). 1 entrada de blog (C). 5 felicitaciones personales (S, J, M, D, N). 4 libros. 1 cinturón. 1 poncho. 1 camisa. 1 calcetines. 1 discman. 1 pluma. Esos son los números del día de ayer. Bueno, en realidad falta uno: 26 años. Ayer fue mi cumpleaños, sí. Y no fue un día muy agradable, la verdad. Estuve esperando durante largas horas, llamadas de felicitación que no llegaron. Y me sentí bastante sola, bastante olvidada, dejada de lado (expresión que no es la primera vez que utilizo). No sólo por eso, sino porque además soy la única que se queda en Madrid durante la Semana Santa. Lo peor de todo es que la sensación de ser más que prescindible no me dejó disfrutar de la única buena noticia del día: la llamada del que quiere ser mi futuro jefe, diciéndome que las cosas seguían adelante. Que el lunes me llamaría para proponérmelo ya en firme, que no me pusiera nerviosa. Afortunadamente A. estaba allí. Para consolarme, para quitar hierro al asunto. Para decirme que no estaba sola, que él no me olvidaba. Para darme el cariño que me faltaba. Lo peor, que acabamos hablando de si sería necesario que tuviera una pareja para que dejara de sentirme sola estando con mis amigos. Es triste pensar así, y me niego a hacerlo.

viernes, 11 de abril de 2003

13.26 Cinco días Aunque suene a nombre de periódico económico, es exactamente el tiempo que llevo sin encender un cigarro. Y lo llevo bien, o eso creo. Cada vez que pienso "me fumaría un cigarro" (han sido 3 en los últimos días) lo que hago es coger un chicle del bolso y ponerme a jugetear con él. Por ahora ha funcionado. Pero lo mejor de todo es que no lo echo de menos, al menos no de una forma compulsiva. No persigo a los que fuman para inspirar el humo, ni me he fumado un cigarro a escondidas en el baño, tampoco he pedido tabaco a aquellos que aún no sabían que había dejado de fumar. Nada de nada. Y me siento muy orgullosa, de verdad. Hace tiempo que quería dejarlo, pero no lo suficiente, así que siempre encontraba alguna excusa que me permitía seguir fumando un día más, una semana más, un año más... Decía que lo dejaría cuando me quedara embarazada, pero hasta yo dudaba de que pudiera hacerlo. No porque mi intención no fuera ésa, sino porque seguro que encontraba algo que me permitía no dejarlo. No voy a lanzar las campanas al vuelo, sólo llevo 5 días. Pero tengo intención de seguir con ello, de dejar el tabaco de forma definitiva. Me va a costar, lo sé. Y habrá momentos en que tendré que luchar mucho para no encender un cigarro, para no dar una calada. Pero sé que puedo lograrlo, estoy segura de ello. Sólo necesitaré apoyo de vez en cuando, un empujón, un abrazo, una reprimenda incluso. Pero todo con moderación. deseadme suerte, anda.

miércoles, 9 de abril de 2003

13.19 Malos tiempos Tengos más de 200 compañeros trabajando en Iraq. A dos de ellos los conozco, digamos, bastante. A una, por haber trabajado con ella. Al otro, por ser el ex de una amiga. Durante más de 20 días he escuchado las noticias con miedo de que me hablaran de ellos. Hasta hoy no lo han hecho. Pero da igual, porque en 48 horas han muerto otros dos periodistas españoles. A Julio no le había visto en mi vida, pero duele igual. Con Jose había coincidido alguna vez, en algún acto, en alguna noticia que hemos tenido que cubrir. Creo que nunca hablé con él, si lo hice no lo recuerdo. Pero de lo que sí me acuerdo es de que, cuando trabajaba en tv, mis compañeros cámaras sí le conocían. Por lo menos Javi y Rocío. Si ayer al ver las imágenes le reconocí, fue por eso. Porque les recuerdo hablando, colocando su material de trabajo. Pero da igual que hablara o no con él. Da igual que jamás coincidiera con Julio en ningún acto. Nada de eso importa ya. Porque el dolor también existe. El dolor por el absurdo, por las muertes estúpidas de gente que no ha hecho nada: unos vivir en Bagdad, otros intentar trabajar allí. Ayer el jefe de informativos de Telecinco era muy claro: "no merece la pena perder la vida por la información que hemos dado". Y tenía razón, no merece la pena. Sé que en los últimos días se ha alabado la profesionalidad de Julio y José. Pero ser profesional no tiene que significar ser temerario. Que no quisieran perder la vida no significa que sean peores periodistas. Yo tampoco quiero que mi vida dependa de un hilo completamente ajeno, y contra el que nada puedo hacer. En este país muchos periodistas viven amenazados. Sin menospreciarles a ellos ni a su situación, los que me conoceis sabeis lo que opino, creo que en el caso de los corresponsales de guerra el peligro es, a veces, más incontrolado. Más puntual sí (cuando salgan de Iraq pasará), pero contra el que no pueden defenderse. Una vez que el hotel donde se alojan es considerado objetivo militar (y lo comunican 48 horas después de tomar la decisión, casi 24 horas después de haber provocado dos muertos), ya no hay cascos, ni chalecos que sirvan contra los misiles. El peligro no tiene rostro, puede llegar de cualquier sitio, y por eso es quizás más potente. Sierra Leona, Afganistán, Iraq. Los últimos escenarios militares. En todos ellos ha caído al menos un periodista. De hecho en Iraq ya van 12 en 20 días de combate. Ayer denunciaban que el ataque al hotel Palestina era un crimen de guerra y que debía ser investigado y juzgado. Y yo me río, por no llorar. Porque los mismos que afirman eso dejaron que el Tribunal Penal Internacional se constituyera sin el respaldo de Estados Unidos y, lo que es peor, aceptando que el TPI no tendría ninguna autoridad jurídica sobre ese país. Es decir, los soldados norteamericanos no pueden ser juzgados por el TPI, hagan lo que hagan. Es bonito, o ingenuo, u oportunista, que ahora pidan lo contrario los que entonces encontraron esa circustancia normal, los miembros de la prensa que aplaudieron la creación del TPI sin pararse a medir las consecuencias de que EEUU no lo respaldara. Pero da igual todo. Nada devolverá la vida a Julio y José. Digan lo que digan. Y a mí no me hace sentir mejor que sus compañeros afirmen que murió cumpliendo con su obligación. Supongo que es una vez más la eterna pregunta que desde primero de carrera me han planteado en la facultad: Presencias un accidente desde tu coche, donde tienes una cámara de fotos, qué haces primero ¿llamar a urgencias o sacar unas imágenes?. Lo siento, yo sigo eligiendo la llamada. Antes que periodista, soy humana. Y estoy segura de que Julio y José también lo eran.

miércoles, 2 de abril de 2003

13.40 Sombras Ayer por la noche una sombra se instaló frente a mi ventana. Durante más de media hora, pude ver su reflejo en el cristal, escuchar su voz colándose por los resquicios de la persiana. Pasado un tiempo, que se me hizo eterno, se marchó con el estrépito de la basura que ensucia las calles. Pero, aunque creí que sí, no había venido sola. Trajo consigo el recuerdo de noches en vela, de sospechas y miedos ante cualquier pequeño rumor no deseado. Volvió a mí el temblor imparable del miedo, la respiración entrecortada, las lágrimas. Pero esta vez pude hablar, y transmitir mis miedos a otros, que no los encontraron ridículos. Quizás porque saben qué han significado esas noches insomnes. Por la mañana estaba deseando que entrara la luz, que borrara de mi cabeza lo que deseaba fuera una pesadilla. Pero no lo ha sido, claro que no. Nunca nada lo ha sido. Y la oscuridad sigue dentro de mí. Haciendo que me pregunte qué será lo siguiente, cuándo será. Y, sobre todo, dónde está el que siempre consigue arrancarme una sonrisa de entre las lágrimas.