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viernes, 29 de abril de 2005

A veces...

... me gustaría tener la boca cosida de tal forma que me impidiera hablar. O ser muda. O tener un par de neuronas (con una bastaría) que me dijeran en el momento adecuado que "estás mucho más guapa calladita, sobre todo si lo que vas a decir es semejante gilipollez que traerá consecuencias, y ninguna buena". Pero no las tengo, así que voy por la vida abriendo la boca y metiendo la pata con una asiduidad preocupante. ¿Aprenderé alguna vez?

Soy la leche

Pues sí, para qué negarlo. Estoy muy orgullosa de mí misma. No solo he configurado el acceso del ADSL, sino que además he conseguido abrir un puerto del router para poder usar ese programita del que Rapunzell e Imperator hablan maravillas (el Shareaza). Vale, sí, todo lo he hecho con un poco de ayuda, pero eso no quita mérito. Lo que me quitará será efectivo de la cuenta corriente de tantas cervezas a las que voy a tener que invitar (es un decir, lo hago de mil amores). Y como no podía ser de otra manera, lo primero que me estoy descargando es un archivo MP3 del Ulysses, que si es lo que creo lo voy a flipar mucho. Bueno, de hecho ya lo estoy flipando, porque hay uno montón de archivos que me quiero bajar (léase el relato A Mother, de Dubliners leído por Fionnula Flanagan -que para quien no lo sepa es una pedazo de actriz irlandesa-). P.D. Sí era lo que me imaginaba. ¡¡¡Soy feliz!!!

jueves, 28 de abril de 2005

Después de casi un año...

¡¡¡Ya tengo conexión ADSL en casa!!! Ha costado lo suyo, lo sé, pero por fin la tengo. Eso sí, sin beor no lo habría conseguido configurar correctamente. Gracias cielo, lo de las cervezas iba en serio. Y, además de nueva conexión, por fin tengo dos películas en DVD que perseguía desde hace tiempo: Eduardo Manostijeras y Dentro del Laberinto. Creo que esta noche toca revisitar a viejos conocidos.

martes, 26 de abril de 2005

Variaciones

Ayer, mientras hacía turnos en el X-Kings y mantenía una agradabilísima conversación (vía messenger) con Earendil, dejé la televisión encendida, como ruido de fondo. Como había estado viendo a Grissom y sus chicos, el ruido de fondo que quedó fueron Horatio y sus colegas. La verdad, no hice ni puñetero caso. Salvo al final del capítulo. En él aparecían Horatio y un guardia jurado venido a menos. Al parecer, había habido un incendio en algún edificio (presumiblemente donde trabajaba el guardia) y él no había sido capaz de apagarlo/evitarlo/salvar a todo hijo de vecino (elíjase la correcta). En fin, que el pobre hombre estaba destrozadito perdido, medio llorando, y en esas va mi héroe y suelta la perla del día: –Los remordimientos nos mantienen en tensión. Nos hacen mejores. ¡¿Qué?! Los ojos se me salían de las órbitas, y mi cerebro se negaba a procesar semejante dechado de sabiduría. Que yo sepa, los remordimientos, alimentados y alentados tal y como proponía H., lo único que hacen es bloquearte e impedirte avanzar. En cualquier campo. Aprendemos de errores, no de decirnos a cada paso: “Debí ser mejor. Fracasé y por mi culpa, por mi incompetencia, algunas personas sufrieron”. Si encima estamos hablando de que X personas murieran por ello, las consecuencias de sentirte culpable pueden ser mucho peores. Eso sí, no pierdo la esperanza de que los guionistas sean coherentes con sus propias palabras y los remordimientos por hacer semejante mierda cada semana no sólo no les dejen dormir, sino que les inciten a dedicarse a cualquier otra cosa, mejorando así la programación televisiva. En otro orden de cosas, hoy me he levantado muy feliz pensando que solo faltaba mes y medio para el sexto libro de HP. Pero me he dado cuenta de que va a ser que no, que faltan dos meses y medio. La espera se hará larga... Tras leerme The Hitch Hiker's Guide to the Galaxy, hoy he cogido un libro que llevaba unas semanas postergando. Más que por placer, lo leo por una mezcla de curiosidad morbosa y porque me lo ha enviado quien lo escribió. Bien, llevo unas 30 páginas, y es tan malo como creía. Y, lo que es peor, tiene todos los errores gramaticales que sospechaba, lo que me hace imaginar que nadie ha osado editar/corregir el estilo del manuscrito. Y éstas son cosas que cada vez me ponen más nerviosa. Ya son dos las cartas, a distintas editoriales, que he mandado en los últimos meses quejándome de la descuidada edición de los libros. La última, por el libro La venganza de Opal, cuarta entrega de las aventuras del ladrón y multimillonario adolescente Artemis Fowl. En fin, que creo que me estoy pasando (la carta era bastante fuerte), así que espero que mis vacaciones hayan ayudado a despejar mi cabeza un tanto y a que deje de fijarme en todas estas cosas. Que si no voy a acabar por no disfrutar de los libros... Y ya para terminar, un anuncio. el blog de Athair volverá a estar operativo en breve (o eso espero), cuando consigamos terminar (ejem) el rediseño del mismo. Pero el evento será debidamente publicitado.

domingo, 24 de abril de 2005

¿Quién dijo que la vida fuera justa?

Ésta es una de esas preguntas que, pronunciadas en serio, me han parecido siempre falsas y muy peligrosas. Suelen ir siempre precedidas de una queja del tipo “Eso no es justo” y, en mi opinión, implican desvincularse completamente de alguna decisión que se haya podido tomar. Tomemos como ejemplo un supuesto diálogo entre contratador y aspirante a un puesto: Contratador: Sí, ya sabemos que su CV es de lo mejor que nos ha llegado en los últimos años, que su experiencia previa podría ser muy útil para la empresa y que su perfil se ajusta a las mil maravillas a los requisitos que solicitábamos. Pero aún así el puesto no será suyo. En cambio, contrataremos a Menganito, recién licenciado sin experiencia, más zote que ninguno y con menos ganas de trabajar que una lagartija puesta al sol pero que, curiosamente, es el sobrino predilecto del presidente. Aspirante: Pero, pero... Pero si saben todo eso de mí y de Menganito, ¿cómo es que le van a contratar? ¿Se da cuenta de la injusticia que esa decisión supone? Contratador: Sí, claro que sí, pero ¿quién dijo que la vida fuera justa? La vida ni es justa ni es injusta. La vida es lo que cada uno hace con ella. Las decisiones que toma, los caminos que decide seguir, las prioridades que se marca... La vida es el producto de la interacción entre seres vivos integrados en una misma sociedad. Y hablo de sociedad como grupo muy pequeño. Al fin y al cabo, las decisiones que tome un japonés sobre si coge el coche o no para ir a trabajar me afectan muy poco, y muy indirectamente (olvidémonos por un momento de la capa de Ozono y la emisión de gases contaminantes). Sin embargo, si mi vecino del tercero decide coger el coche una mañana más borracho que una cuba y coincidiendo con mi hora de salida de casa sí puede afectarme directamente, hasta el punto de que mis posibilidades de tener un accidente se multiplican. Si después de chocar contra mí y romperme un brazo por su decisión de ignorar el peligro que él mismo suponía, mi vecino me dijera aquello de “¿Quién dijo que la vida fuera justa?” se estaría ganando una cantidad ingente de papeletas en la rifa “¿A quién suelto una leche hoy?”. Todos los días tomamos decisiones. Todos los días realizamos actos que, de una forma u otra, afectan a los que nos rodean. Todos los días somos responsables de hacer nuestra vida, y la de los demás, más o menos justa. Ya es hora de que seamos conscientes de ello. Ya es hora de que la gente empiece a asumir que sus actos tienen consecuencias, y que, de algún modo, éstas también tienen que asumirlas. Bonita reflexión para una tarde de domingo en la que miles de posibilidades giran en mi cabeza causándome una gran confusión mental. Sé que se acerca un tiempo de decisiones para mí. De elecciones que tendrán consecuencias, y con las que tendré que apechugar. Ojalá el mundo se diera cuenta de que las cosas afectan a más personas de las que creíamos, y de formas que ni siquiera sabíamos que fueran posibles. Quizás, si la utopía fuera real, la vida sería algo más justa.

martes, 19 de abril de 2005

Habemus papam. Los cardenales electores acaban de decidir quién será el cabeza de la Iglesia durante los próximos años. Custodio de la Fe y la Ortodoxia, parece que el Colegio Cardenalicio ha apostado por una cierta continuidad, no en vano era mano derecha de Juan Pablo II. Si bien como no creyente este hecho no me afecta en demasía, como periodista me hubiera gustado poder seguir la noticia de forma más activa. Recuerdo cuando hace unos años viajé a Roma con mi madre y visitamos el Vaticano. Entonces pensé en lo emocionante que sería poder estar allí, transmitiendo noticias cuando se produjera el relevo. Existen una serie de noticias que todo periodista quiere dar, y el resultado de un Cónclave es una de ellas. Son esas noticias de marcado carácter histórico en las que, al menos a mí, me gustaría tomar parte aunque fuera de forma mínima. Cumpleaños feliz. Después de muchos años se rompió la tradición y pasé un cumpleaños muy agradable. Pequeñas nubes amenazaron tormenta en algún momento del fin de semana, pero supimos dejarlas pasar. Eso sí, la absenta casi pudo conmigo y fue la encargada de acabar abruptamente una noche en la que disfruté cada momento. Incluso cuando me golpeé en la rodilla con una de esas barras de hierro que el Ayuntamiento ha colocado por las calles para impedir que los coches aparquen sobre las aceras. Preocupación. Por desgracia ayer recibí una mala noticia. Y estoy preocupada. No cambia nada que esté así, pero me siento algo impotente. Me gustaría hacer mucho más por aquellos que lo han dado, o lo darían, todo por verme feliz. Planes. Algunos se truncan, otros siguen en pie y otros nuevos surgen. De momento este fin de semana me marcho con un grupo de gente a la que hace siglos que no veo. Y tengo muchas ganas.

lunes, 18 de abril de 2005

01. Coge el libro que tengas más a mano, ábrelo por la página 18, busca la línea número 4. ¿Qué pone? ”Y es que la señorita Trasero estaba sinceramente convencida de que no existía ninguna diferencia básica entre los chicos y las chicas” 02. Estira tu brazo izquierdo todo lo que puedas. ¿Qué es lo primero que has podido tocar? Un cojín azul que estaba sobre el sofá. 03. ¿Qué ha sido lo último que has visto en la tele? Esta tarde me he puesto Los Miserables en DVD para la siesta. Y la semana pasada vi Urgencias. 04. Sin mirar, intenta adivinar la hora que es: 18:45 05. Ahora mira el reloj, ¿qué hora es? 18:53. 06. Exceptuando el ordenador, ¿que puedes oír? Algún coche. Las obras del gas en algún piso cercano. Ulises maullando y jugando. 07. ¿Cuándo ha sido la última vez que has pisado la calle? Esta mañana. He llegado a casa a eso de la una y media. 08. Antes de pasar por esta página web, ¿qué otra web has visitado? He cogido las preguntas del test del Blog de Rapunzell. 09. ¿Qué llevas puesto? Vaqueros viejos que se rompen a cada paso que doy. Camiseta negra con un dibujo morado. Chaqueta gris de la Sorbonne 10. ¿Soñaste anoche? Seguro, aunque no lo recuerdo. El efecto de los antihistamínicos es ese, que duermo como un tronco y no recuerdo nada. 11. ¿Cuándo te has reído por última vez? Esta mañana. 12. ¿Qué hay en las paredes del cuarto en el que estás? Un cuadro de una nube negra. Un cuadro con letras japonesas (que seguro contiene la milenaria receta de la mágica unión entre sushi y curry). Una litografía de Genovés que conmemora el 20 aniversario de la matanza de abogados laboralistas en Atocha y que me regaló hace un año el entonces responsable de Educación de CC.OO. 13. ¿Has visto algo extraño últimamente? A mí vestida con un traje azul para una boda. Lo raro es que no fuera negro. 14. ¿Qué piensas de este test? Me va a ahorrar escribir una entrada. 15. ¿Cuál es la última película que has visto? Pues hoy he dormido Los Miserables. Hace unos días dormí con The Manchurian candidate (El mensajero del miedo) y conseguí ver sin vomitar, de lo mala que era, El exorcista. El comienzo. 16. Si te volvieses multimillonario esta noche, ¿qué comprarías primero? Mi casa. Pagaría de golpe todo lo que me falta. Cierta espada por la que alguien suspira. O quizás esperaría y le llevaría a habar con un maestro armero. Y luego unos cuantos billetes. A Japón, al caribe y a Dublín. Aún no sé si para dos o para cuatro. Depende de cómo de multimillonaria me volviera. 17. Dime algo de ti que no sepa: Ayer me comí tres bombones. 18. Si pudieses cambiar algo en el mundo, que no fuese la culpabilidad o la política, ¿qué sería? La respuesta de Rapunzell me gusta, mucho. Así que la copio: La incapacidad para ver más allá de las narices. 19. ¿Te gusta bailar? Sí. 20. George Bush: Semejante engendro debe ser un robot con poderes de hipnotismo y capaz de volver a la gente gilipollas, dirigido por unos cuantos patosos que están teniendo éxito en virtud a ese pedazo de sabiduría popular que dice que todos los tontos tienen suerte. 21a. Imagínate que tu primer hijo es chica. Cómo lo llamarías? Pues supongo que habría que discutirlo con el padre de la criatura... Ariadna es un nombre que siempre me gustó. Marion si no viviese en España. 21b. Imagínate que tu primer hijo es un chico. Cómo lo llamarías? En el debate yo abogaría por Jaime. 22. ¿Alguna vez has pensado en irte a vivir al extranjero? Sí, varias veces.

martes, 12 de abril de 2005

Retazos

– Vacaciones. A partir de mañana, y durante 12 largos días, no haré otra cosa que rascarme la barriga. Lo estoy deseando, la verdad. Además, así evitaré pasar más de 10 horas del día de mi cumpleaños leyendo chorradas de gente que no sabe escribir. – X-Kings. Por culpa de Athair me he enganchado al vicio. Empezó por hacerle un favor y ahora paso mis horas muertas atacando jugadores y robándoles el oro. Eso sí, el mundo está lleno de abusones. – Éxito. La cena de ayer fue todo un éxito. El restaurante sigue tan especial como lo recordaba, y a Athair le encantó. Esta noche tomaré de postre una croqueta de manzana que nos llevamos en papel albal. – 28. Son los años que me caerán el viernes. La barrera de los 30 se acerca, pero ¿quién dijo miedo? – Vampiro. La partida, dirigida por Imperator, está siendo impecable. Es un placer contar con un narrador y unos jugadores de lujo como vosotros. Eso sí, el mal rollito no me lo quita nadie. Lo curioso es que hasta disfruto de esos momentos de tensión. – Confesión. Empiezo a preocuparme. Cada vez me creo menos eso de que no soy una friki como vosotros. El otro día me autoregalé todo lo que me faltaba de Sandman. Pero no es solo eso. En fin, voy asumiéndolo.

lunes, 11 de abril de 2005

Por fin...

Pues sí, gracias a Athair, que es un cielo, ya tengo el peluche que me representa: Y a las nueve me lo llevaré (a Athair) a cenar a mi restaurante preferido. Miedo me da que no le guste nada. Por otro lado, los planes para mi cumpleaños empiezan a peligrar, es lo suyo. Pero da igual, seguro que encuentro la forma de pasarlo bien esta vez. Y poco más, que a dos metros de mí tengo un grupo de estudiantes de periodismo dispuestos a venir a mi mesa a que les explique qué es ésto de la edición. Y encima estoy sola. No pensé que hoy debutaría como profesora (je je je). Bueno, sólo una última cosa: gracias por este año tan especial.

jueves, 7 de abril de 2005

Algunas risas

Ayer estuve viendo Shakesppeare in love en la tele. En uno de esos interminables descansos para anuncios hice algo de zapping, y me topé con un programa del que he visto 10 minutos en dos tandas de cinco minutos separadas entre sí un mes, más o menos: el de Buenafuente (ni siquiera sé cómo se llama). Soy poco dada a programas nocturnos, y las únicas veces que he visto algo de Crónicas marcianas, casi vomito. De éste que os digo no tengo más idea que los 10 minutos que ya digo que he visto, pero en ambas ocasiones ha conseguido hacerme reir. Y ayer pusieron unas fotos muy bonitas sobre la relación de Bush y los chimpancés . Muy recomendable para reír un rato. Y hoy han mandado un raro enlace a una de las listas de correo a las que estoy suscrita: el Club de fans de Ratzinger. El enlace me ha hecho subir un poco entre mis compañeros, uno de los cuales 8el que de vez en cuando me hace llamar al Opus en su nombre) se ha comprado una gorra... En fin, espero seguir riéndome lo que me queda de jornada laboral...

miércoles, 6 de abril de 2005

Reveses

Ayer empezó siendo un buen día. Estaba contenta porque por fin había acabado con las compras para las innumerables bodas que tengo este año, conseguí dar una sorpresa a mi padre (gracias a Lumen Dei) y, al llegar al curro, me esperaba otra sorpresa: mi nuevo ordenador. La mañana fue lenta, pero como me estaba haciendo a mi nueva maquinita, no me importó. Para mejorarlo, Athair me invitó a comer, con lo que alegró el mediodía. Y la alegría me duró toda la tarde. Pero fue llegar a casa y las cosas empezaron a torcerse. Al final, se convirtió en un mal día. Y hoy no promete ser mejor. En fin, supongo que las cosas no tardarán en volver a su cauce. Se acerca mi cumpleaños y eso casi nunca ayuda. Algunos odian el mes de febrero, otros tememos el mes de abril. ¿Por qué? Pues por muchas razones que se han ido acumulando a lo largo de, casi, 28 años: el 90 por 100 de mis novios me han dejado en el mes de abril (y el día 15 se lleva la palma entre las fechas elegidas para ello); otro 15 de abril (de hace muchos años) fue la fecha en que alguien me puso la mano encima por primera (pero no última) vez... Y como éstas, decenas de otras pequeñas cosas que hacen que no me gusten estos días. Pero también pasarán. Y en estos días, asisto atónita al poder de una idea. Sabía que la muerte del Papa iba a ser todo un acontecimiento, pero no de la magnitud de la que lo está siendo. Quizás mi descreimiento religioso ha hecho que no estuviera preparada para ésto. Reflexiono sobre todo lo que está pasando y no dejo de pensar en que, con la fuerza que la Iglesia tiene, sería deseable que la usase para cosas más productivas que para prohibir el uso de preservativos en África. Quizás, si lograran encauzar su fuerza, si consiguiesen que nos creyésemos más aquello de "ama a tu prójimo", el mundo sería un lugar mejor.