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jueves, 15 de julio de 2004

16.20 Las llamas Finalmente no he podido volver a mi antigua casa. Y no podré hacerlo hasta mañana, si me fío de los informes recibidos desde el terreno. El fuego se ha adueñado de parte de mi antiguo barrio, y mientras conducía para allá sólo deseaba que no se quemara mi casa. Mi ex casa. Ya no me queda nada en ella. Sólo polvo y una nevera que limpiar. Pero dentro, incombustibles, están mis recuerdos. Todo un año encerrados en cuatro paredes, en un espacio más bien pequeño. Según sé no ha pasado nada en mi edificio. Las vigas de madera siguen en su sitio, y los recuerdos siguen allí dentro. Pero por un momento, según me acercaba con el coche, he temido por todo ello. Las lágrimas pugnaban por salir, pero no las he dejado. No tenía sentido. Ni siquiera ahora entiendo por qué me ha afectado tanto, incluso cuando sabía que no había sido en mi casa. Han sido 12 largos meses. Más de 365 días allí dentro. Con mis sueños, mis alegrías, mis frustraciones y mi día a día. Deseando, en ocasiones, escapar de allí. Pero esa casa se ha quedado un pedacito de mí. Los primeros meses no estuvieron mal. Los de en medio fueron fatales. Y los últimos... esos han sido muy buenos. Ha sido una buena casa. Que me acogió antes incluso de que me hiciera a ella. Que ha cambiado con el tiempo, pero con la que siempre he encajado. Cerraba la puerta y estaba en casa. Daba igual cómo hubiera ido el día de mal, allí estaba a salvo. La echaré de menos. Y la recordaré mucho. Las llamas siguen arrasando el edificio. Y siento que a cada embestida algo me separa un poco más de esa antigua vida. Porque me doy cuenta de que la despedida pudo ser trágica, de haber sucedido de otra forma, pero que, en cualquier caso, es definitiva. Y sí, lo he elegido yo. Pero me apena igual separarme de las verdes paredes y las vigas vistas. Y mientras escribo esto pienso en otras cosas que tengo que decir. Lo primero, que el polvo que crían las cosas en mi casa (en la nueva) o fuera de ella, lo crían única y exclusivamente por mi culpa. Soy yo la descuidada. Dos, que me preocupa que la gente espere a John Cleese y su guión absurdo, aunque no tenga nada que ver conmigo. Es uno de los inconvenientes de comerse demasiado la cabeza: me preocupo por todo y por todos, aunque no tenga nada que ver conmigo. Tres: agradecimientos. A Gorpik, Luiyo, FaHsS!!! y Athair por llamar o mandar mensaje para ver si estoy bien. Sois un encanto. Lo cuarto y último, que necesito unas vacaciones. Pero de verdad, no de las de tener a mi madre en casa y montar estanterías y muebles. También creo que necesito unas vacaciones de blog, nada definitivo, pero estoy algo cansada de medir palabras y buscar temas. Por ahora sigo pensádolo.