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martes, 11 de enero de 2005

Buscando en el baúl de los recuerdos...

(Aclaración: no, no os preocupéis, la plantilla no es definitiva, pero es que mi cabeza no daba para más a las 3.30 de la madrugada. Hoy seguiré con ella. Además, son solo pruebas, posiblemente para otro blog.) El pasado domingo descubrí mi último regalo de Reyes. estaba oculto entre dos cojines (regalo de mi primo) que estaban guardados en una bolsa de plástico. Hasta que no los saqué, y ordené todos los obsequios, no me di cuenta de que había algo más: un pequeño paquetito muy bien envuelto que guardaba toda una joya. El DVD de Las aventuras de Enrique y Ana. Tras superara la estupefacción inicial, decidí que lo mejor que podía hacer era ver tan magna producción. ¡Dios! ¡Qué mala es la condenada! Con el paso de los años he vuelto a ver series y películas de mi infancia. algunas han envejecido bien. Otras, no se salvarían de la hoguera destructiva de los peores productos de la Historia. Por supuesto que no le pedía gran cosa al argumento, ni a las canciones, ni a las actuaciones, ni a nada. Pero joder, es que se pasan. Y me pregunto si el llevarnos a verla era algún tipo de venganza de nuestros padres por: a) No comernos la verdura. b) Haber llorado demasiado por las noches cuando éramos bebés. c) No dejarles disfrutar de su vida sexual (por la razón b, por ejemplo). d) Haber destrozado su vida social. e) Todas las anteriores y alguna más. Sea por lo que sea, la verdad es que si alguna vez queréis torturar a alguien, o queréis crear algún tipo de trauma psicológico incurable en algún tierno infante, lo mejor que podéis hacer es atarle a una silla y obligarle a ser semejante esperpento durante 24 horas seguidas. Lo que me extraña es que, después de todo, los que la vimos en los 80 hayamos salido bastante bien parados de la experiencia. Eso sí, en mi tirada de Resolución + Compostura con dado de azar, el otro día saqué un -1. A saber qué trastorno me depara la experiencia. Ese mismo día, y para seguir con la tónica cinematográfica, pude ver otro de los grandes clásicos de Hollywood: Golpe en la pequeña China. Inenarrable. La calavera made in casino de Las Vegas, el dominó de los budas barrigones, el cortocircuito religioso, la actitud muy positiva ante la situación y el forcejeo de Kurt Rusell con un guerrero y su pesada armadura... Menos mal que ésta, bien por cansancio o acumulación insana, pude tomármela a risa, neutralizando así los posibles perjuicios de su visionado. Desde luego John Carpenter ha sido siempre muy fiel a su estilo. Por supuesto, la cosa no podía quedar así, de modo que me llevé de casa de FaHsS!!! otro clásico que, seguro, habrá envejecido a la par que estas dos: Pesadilla en Elm Street. Pero tengo miedo de que las cuchillas de Freddy me provoquen las mismas carcajadas. Cara de pizza es de los pocos mitos de los 80 que aún siguen en su pedestal... ¿me atreveré a derrumbarlo?