<$BlogMetaData$>

lunes, 26 de septiembre de 2005

Extrañeza

De vuelta de mi primera baja laboral de 3 días, tengo el curioso presentimiento de que voy a estar todo el día sola en mi zona de la redacción. Su parte buena: puedo tocarme las narices a dos manos muy a gusto (los lunes no hay trabajo). La mala: dado que Athair se va mañana a New York, preferiría estar con él. Pero bueno, la otra parte buena es que tengo un trabajo al que volver. Rectificación: una compañera acaba de llegar, la mañana la pasaré acompañada. Al llegar al trabajo me he encontrado un montón de correo postal (del de verdad) esperándome. Un par de libros, un avance de un tercero, un DVD de una entrega de premios y ¡sorpresa sorpresa! una carta desde Inglaterra con mi nombre y dos apellidos en el sobre. Intrigada lo he abierto para descubrir que se trataba de publicidad de The Economist. Estoy extrañada, muy extrañada, porque resulta que en esa revista extranjera hay alguien que sabe mi nombre y mis dos apellidos, los de verdad. ¿Qué quiere decir eso? Pues que tengo un amigo allí, no alguien que se ha cogido mi revista y ha mandado la carta a la primera persona que ha visto. La pena es que no sé quién es, y la letra no me dice nada, así que no puedo llamar para que me dé trabajo (je je je). Y un suceso extraordinario: al lado de mi casa hay una tienda de informática. En realidad venden componentes del tipo CD, DVD, etcétera. También tienen Internet y juegos en línea. Los precios son más baratos que la media, así que alguna vez he pensado en acercarme y comprar allí mis tarrinas de Cd y demás. Pero nunca puedo, porque nunca está abierta. Sólo la he visto 2 veces abierta desde que vivo allí (hace más de un año). La primera no me acuerdo cuándo fue, la segunda sí: un jueves a las once de la noche. En horario comercial normal, siempre está cerrada. Igual esta medianoche me acerco a comprar...