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martes, 29 de marzo de 2005

Improductividad

De nuevo, un día totalmente estéril en el trabajo. Llevo toda la mañana tocándome las narices. No solo yo, mis dos compañeros de sección andan igual... Eso sí, la inactividad me deja más margen para estudiar a mis compañeros de redacción. Y los resultados no son buenos. Hoy me he fijado especialmente en dos: J y M. M es mi antigua jefa, una persona que va mucho a su bola y cuyos intereses van por unos derroteros bastante superficiales. No es una persona fácil, al menos hasta que no la conoces bien (algo que sucede cuando llevas un par de meses trabajando con ella, en su sección). El ir a su bola es algo que generalmente me da lo mismo, salvo cuando choca frontalmente con mis intereses. Por ejemplo hoy. Mi sitio en la redacción no es de los más privilegiados, de hecho es un asco. De frente a toda la redacción, tengo unos grandiosos ventanales justo a la espalda que generan una increíble cantidad de reflejos que, junto a la mierda de pantalla que tengo, hacen que mi vista se canse muchísimo si miro muchas horas al ordenador. Por eso solemos tener las persianas bajadas. Pues bien, cada día, al volver de la comida, ella llega, sube las persianas y abre las ventanas, para ventilar. Normalmente pide permiso, hoy no. Y hoy, además de los reflejos, hace un viento lo suficientemente fuerte como para que con el jersey puesto, tuviera frío. Así que como ella no ha pedido permiso, me he levantado y he cerrado la ventana. Se ha quejado, mucho, y yo he intentado explicarle porque sus deseos me provocan serias molestias. Le ha dado igual, así que ha aprovechado que he ido al baño para volver a abrir la ventana. Y mientras me debatía sobre el modo de actuar, mi compañera de mesa, ha decidido por mí. Se ha levantado y ha cerrado la ventana. M no ha protestado esta vez. J es una persona que generalmente me cae bien. Tenemos nuestros roces, pero suelen ser a eso de las mil de la noche los viernes, así que el resto de la semana no hay problema. Pero hoy he escuchado dos conversaciones suyas en las que ha bajado muchos enteros en mi estima. La primera de ellas ha sido la bronca que le ha caído a una compañera por pedir cita para el médico el jueves a las 12 de la mañana. Vale que no es el mejor día para no estar en la redacción, ni la mejor hora, pero es que la chica tiene bronquitis. Y no es solo eso, es que además no ha tenido en cuenta que a)la chica en cuestión ha venido hoy a trabajar, a pesar de que casi no puede respirar; y b)ha pedido permiso para coger esa cita con el médico (la otra opción era la semana que viene). La otra conversación ha sido con esa misma chica, y con una nueva que está haciendo una sustitución. A (la de la bronquitis) ha comentado que su chico le ha pedido que se casen, y que ella no estaba muy segura (acaba de irse a vivir sola y quiere disfrutarlo y, además, para ella el matrimonio no es algo importante). La otra chica, la de la sustitución, ha comentado que se casó hace dos años (siendo muy joven) y que está feliz y contenta porque le ha unido más a su pareja. Y J ha dicho que el matrimonio es una gilipollez y que la gente debería casarse solo por dos razones: a) Para hacer negocio con los regalos. b) Para que la pareja deje de dar la plasta con el tema y puedas hacer tu vida. Bien, es su opción. Pero conozco unas cuantas razones más, y mejores, para casarse con alguien. Realmente, su opinión me parece bastante lamentable. Y hablando de bodas, en breve tengo 3, y no tengo vestidos. Entre mi madre y yo hemos peinado las tiendas habituales (para nosotras) sin encontrar nada de nada. ¿Tan difícil es de encontrar un traje que no sea naranja y no tenga lazos, flores, lentejuelas o tiras de gasa? Por otro lado, me voy a coger unos días de vacaciones. La idea de salir a las mil de la noche editando a impresentables el día de mi cumpleaños no es algo que me seduzca.