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jueves, 28 de julio de 2005

Retazos

–Tengo resaca. Hacía mucho tiempo que no me pasaba, pero cuando me he levantado esta mañana no podía casi ni abrir los ojos del dolor de cabeza que tenía. Mi estómago ha estado dando guerra toda la mañana, pero el sushi ha demostrado sus cualidades curativas a la hora de la comida. Y eso que el atún no estaba especialmente bueno, para ser sinceros. –Ayer me di cuenta de lo fuertes que son algunos estereotipos a la hora de hacer juicios sobre las personas. Como mi coche está en el taller (el domingo algún gracioso decidió estropear la única cerradura que funcionaba), tuve que bajar al trabajo en metro. Afortunadamente en mi parada no suele haber muchos viajeros, con lo que siempre hay sitio para sentarse. Dos paradas más tarde se subieron unos cuantos pasajeros, uno de los cuales se sentó a mi lado. Le faltaba el bañador para ser el tipo del anuncio de Fanta y el chiringuito. En serio. Una vez que se puso cómodo empezó a leer un libro que llevaba. Y yo me pregunté qué horror inimaginable estaría leyendo. El gran hito literario que le adjudiqué como máximo era El código Da Vinci o algo similar. Así que ni corta ni perezosa eché un ojo para comprobar si tenía razón. Error. Lo que el tipo estaba leyendo era nada más y nada menos que un libro sobre la historia de Genghis Khan, al parecer (que investigué después) un gran clásico de la literatura histórica. Me quedé muy sorprendida, gratamente, y algo conmocionada por la fuerza de los prejuicios. –La semana pasada fue mala, y el fin de semana fue peor. Afortunadamente las cosas mejoran, y siempre hay gente con la que puedes contar. recibí varias sorpresas agradables en forma de comentarios que animaron las largas horas. Otros se han echado de menos. Lástima. El sabor agridulce es fácil de llevar. Se examine, se clasifica, y se coloca en su lugar, donde no moleste. Ha estado ahí, pero ya no. He decidido hacer algo más útil con él que saborearlo durante días. Ahora forma parte de mi libro de experiencias. Por cierto, a mi tío le han dado hoy el alta. –Llevo unos meses con los gastos algo disparados. No me preocupa especialmente el hecho en sí, hasta ahora me las he apañado para seguir comiendo todos los días (y Ulises también), pagar la hipoteca y los gastos de la casa, etcétera. Pero quería ahorrar por dos buenas causas, entre ellas la posibilidad de engrosar las filas del paro el día 16 de noviembre. No sé cómo lo voy a hacer, pero tengo que hacerlo. Voy a ver si dejándome una nota en la nevera, que pueda ver todos los días, avanzo algo... –Estoy cansada de mi trabajo. Del trabajo en sí, de la consideración en la que lo tienen, en que no dejen de recordarnos que no nos pagan para pensar y que no tenemos criterio para hacer cambios... Y estoy cansada de trabajar con gente incapaz de recordar cosas básicas, cosas que son el pan nuestro de cada día. Reglas que se aplican invariablemente todas las semanas, en todos los reportajes, sin excepción y sin modificaciones. Estoy muy cansada, de verdad. A veces hasta me dan ganas de gritar "¡pero es que no eres capaz de recordar algo tan sencillo como esto!"...