<$BlogMetaData$>

jueves, 14 de julio de 2005

Situacion laboral

Nada más incorporarme al trabajo esta semana recibí una mala noticia: además de los 5 despidos producidos el día de mi marcha de vacaciones, la empresa había decidido prescindir de otras 10 personas. Y parece que seguimos contando. A pesar de que trabajamos en el mismo edificio, la verdad es que esas 15 personas y yo no tenemos nada en común, ni siquiera la empresa que nos contrata (ya que esto es más bien un conglomerado de empresas pequeñitas). Aunque, obviamente, la Gran Casa Madre sí es la misma. Si a los despidos le añadimos las prejubilaciones, tenemos como resultado una especie de expediente de regulación de empleo no declarado. Pero tampoco desmentido. El mismo lunes de mi vuelta se celebraban elecciones a Comité de Empresa. Y voté. Y hoy se han presentado los elegidos con no muy buenas noticias. Además de la no desmentida limpieza, parece ser que la Gran Casa Madre ha recuperado su sueño (tener una televisión) y, por eso, hay que reducir gastos. Este sueño no es la primera vez que se da, y al parecer en la anterior ocasión, u ocasiones, el procedimiento fue el mismo: que les jodan al resto de empresas, reduzcamos gastos para poder crear la nueva empresa. Tengamos los fondos necesarios antes incluso de que nos den la licencia, y descuidemos al resto, que poco importan. Así que me he asustado un poco. Y, claro, al acabar la asamblea, me he acercado al Comité para explicarles que mi contrato acaba el 15 de noviembre, y que si no me renuevan estoy jodida. Nadie sabía nada. De hecho, la pregunta más repetida ha sido “¿pero tú no eras fija ya?”. Pues no, no soy fija. Ganas no me faltan, pero oportunidades parece que sí... Con muy buenas palabras me han dicho que intentarían enterarse de algo, y que lo ideal sería saber más sobre mi situación en septiembre. Antes imposible. Y que hablara con mi jefe. Pero mi jefe está de baja y, además, se encuentra en tratos con un abogado para acogerse a la prejubilación. Así que me he ido a ver a mi otro jefe y la conversación ha sido igual que la anterior: –Mira M., es que mi contrato se acaba el 15 de noviembre, y ya sé que es un poco pronto, pero dada la situación estoy algo asustada. –Pero si yo creí que eras fija... –Ya, parece ser que es una creencia extendida en la casa, pero va a ser que no. Y, claro, con una hipoteca que pagar, pues me gustaría saber si existe alguna posibilidad de que me renueven, o si es mejor que empiece a mandar currículos a McDonald’s... –Ya, pues no sé qué decirte. Yo creo que J. (el gran jefe) tampoco sabe nada de tu situación, pero se lo diré y en cuanto sepa algo te comento. No creo que haya problemas, pero en esta casa nunca se sabe... Conclusión: es genial trabajar en una empresa donde tus jefes directos desconocen tu situación laboral, y donde tu continuidad la deciden otros a los que jamás has visto, a los que jamás verás, y que, además, no sabes ni siquiera quién son, pues cuando se habla de ellos se hace nombrándoles como la ciudad donde tienen aposentados sus reales en cómodos sillones de cuero. Afortunadamente he dicho algo, porque si no me imagino que el día 15 de noviembre mi tarjeta habría dejado de funcionar a la entrada, y habría tenido que volver a casa con una enorme caja de cartón con todos mis papeles dentro, para gran desconcierto de mi redacción. No tengo muy claro qué va a ser de mí en los próximos meses. Bueno, no lo tengo nada claro, pero de momento no me cogeré ni un día más de vacaciones, quitando los dos días trabajados por las elecciones gallegas, no vaya a ser que no me renueven... Odio esta situación de inseguridad y de temor ante el futuro. Mierda, mierda, mierda...