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jueves, 21 de julio de 2005

Ayer fue, en toda regla, una mierda de día. La mañana fue tranquila, hasta que me enteré de que, laboralmente, ayer era viernes para mí. Luego todo fueron nervios, estrés y prisas. A las seis de la tarde cometí una estupidez, e hice enfadar mucho a alguien. No poder arreglarlo en muchas horas no ayudó a que mi estado de ánimo fuera el mejor del mundo. Y ya para terminar, a las diez de la noche, me llamó mi madre para decirme que mi tío estaba ingresado en el hospital del Alcorcón por un infarto. Más nervios y menos ganas de seguir trabajando. Las noticias que llegaban no eran muy buenas, así que lo único en lo que podía pensar era en eso. A la una conseguí salir del trabajo y llegar al hospital (le habían trasladado para ver si podían hacerle un cateterismo) poco más de media hora después, justo cuando llegaba la ambulancia. En medio pude arreglar algo, que no del todo, el estropicio de la tarde. Largas horas en la sección de Críticos esperando noticias y rodeada de familiares, todos con la cara igual de larga. Muy entrada la noche nos enviaron a casa con la promesa de que estaba estabilizado y no era necesario hacer nada. Dormir pocas horas y a trabajar. Y hoy, al llegar a la redacción, la llamada de mi padre diciéndome que acababan de bajarle a quirófano para hacerle un cateterismo. Y ahora sólo queda esperar. Mierda de día....