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jueves, 26 de agosto de 2004

13.15 Explicación a la entrada anterior Pues eso, que parece que me explico muy mal y estáis entendiendo lo que no es... Imaginad la siguiente escena. El protagonista (tú) está en un bar lleno de gente, o en una habitación muy poblada. Además, el resto de individuos no paran quietos. De pronto, recibes un pisotón. Sabes quién ha sido, pero no sabes si ha sido por despiste o a propósito. Tienes dos opciones: quejarte y preguntar qué ha pasado o devolver el pisotón. Las dos opciones son perfectamente comprensibles y defendibles ante cualquier tribunal. Ahora bien, ¿a dónde conducen? Si preguntas y expresas tu disgusto, puede ser que obtengas una disculpa. Cuando menos, una explicación. No dejará de doler el pie, pero al menos comprenderás lo ocurrido. Si devuelves el pisotón, tu pie tampoco dejará de doler, y no obtendrás satisfacción a tu dolor. Sin embargo, sí has causado un dolor que podrías haber evitado. Además, puede ser que de los pies se pase a las manos... y se cause más daño. Bien, estas semanas he estado en esa encrucijada. Y he tomado la segunda vía. Desde luego, no era la correcta. Pero no me voy a flagelar por ello. Ha pasado. Punto. Lo lamento, pido perdón y me prometo que la próxima vez estaré más atenta. Porque las mismas cosas pueden hacerse, o decirse, de mil formas distintas. Y hacer daño o molestar a alguien nunca fue mi estilo. Bueno, alguna vez sí lo fue, pero eso ha quedado atrás y es otra historia.