<$BlogMetaData$>

domingo, 16 de octubre de 2005

Mirando atrás

Hoy he ido al cumpleaños de S. Hacía como unos 3 años que no la veía (10 minutos, de pasada, en una boda no cuentan), así que cuando me invitó, quise asistir. No solo porque existía la posibilidad de pasármelo bien, sino porque nos lo debía. S y yo fuimos muy amigas durante unos cuantos años, prácticamente toda mi adolescencia. Nos quisimos mucho, y simplemente la vida nos llevó por distintos caminos. Las veces que he vuelto a ver a toda esa gente con la que compartí muchos años han acabado más o menos igual: pensando en lo mucho que nos habíamos distanciado, en lo distintas que eran nuestras vidas, a pesar de que hubo una época en la que iban, más que paralelas, por el mismo camino. Hoy eso no me ha pasado, porque ya iba sobre aviso, por decirlo de algún modo. Pero ha sido extraño. Como siempre pasa en las fiestas donde hay mucha gente que no se conoce de nada, se han ido haciendo grupos de aquellos que sí se conocían. Al final yo me he quedado con 3 personas, dos chicos y una chica: Gerardo, Jorge y Sara. Con el que primero he hablado ha sido con Gerardo, que parecía tan perdido como yo. De unos 24 años, iba con una camiseta de Dublín y con un reloj binario como el de FaHsS. Sí, era muy crío, pero también muy bonachón, y me ha caído bien. Con los otros hemos hablado luego, y no puedo decir que me hayan caído bien. Ella iba como una cuba y él era un prepotente bastante borde. En menos de 5 minutos han empezado a meterse con Gerardo, cosa que no me ha hecho mucha gracia. El caso es que, cuando ya me iba, me ha dado por pensar en lo distinto que había resultado todo a como me lo había imaginado. Y de ahí a cómo me hubiera gustado estar en otro sitio. Sí, he ido porque me ha dado la gana, yo lo he elegido así, pero no estaba donde quería estar. Ni siquiera cuando he visto en qué se estaba convirtiendo he hecho mucho para cambiar de sitio (un par de borderías y poco más es todo lo que he hecho). Podía haberme ido, pero no lo he hecho. Había elegido estar ahí, y aunque no era lo que me había imaginado, me he quedado más tiempo del que hubiera querido soportar. Y me he dado cuenta de que en unas cuantas cosas de mi vida el esquema ha sido (y es) ése. Hago cosas pensando en cómo va a ser, y cuando no es, simplemente decido esperar, por si, con un poco de suerte, cambia. O lo hago cambiar. Pero, ¿es eso bueno? ¿Cuánto tiempo hay que esperar para dar por perdida una batalla? He ido a donde he querido, a donde he elegido, pero no estoy donde quisiera. ¿Cuántas veces tienes que caerte y volverte a levantar hasta que te das cuenta de que es mejor levantarte por otro sitio? ¿Dónde está la escala que mide hasta cuándo es bueno aguantar, hasta dónde merece la pena luchar? En noches como ésta me pregunto si la opción que he elegido es la buena, la mejor para mí, o si hay otras que estoy mirando sin ver.