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domingo, 6 de noviembre de 2005

Los nervios

Siempre he sido una persona nerviosa, con cierta incapacidad para calmar mi inquietud. Y los nervios no son buenos compañeros de camino. Es increíble la capacidad que tienen para amargarnos la existencia. Por ejemplo en los exámenes. Nunca he sido una buena estudiante, aunque sacara buenas notas. Y cuando llegaban exámenes importantes, me bloqueaba. A veces me quedaba en blanco (memorable el exámen de Química en el que tuve que sacar mi DNI para poder poner mi nombre) y otras, simplemente, el papel que tenía delante decía cosas distintas al que luego corregían los profesores. Supongo que mi cerebro procesaba las preguntas, pero en algún momento se producía un cortocircuito y yo glosaba las maravillas de la poesía de Antonio Machado cuando lo que me preguntaban era la historia de la novela picaresca en España, por poner un ejemplo. Así, en la Facultad, siempre había una asignatura que se me atragantaba. Y cuantos más exámenes suspendía, más nerviosa me ponía y más bajaba la nota en el siguiente. Y al final siempre acababa acudiendo al cajón de las medicinas, en busca de una falsa tranquilidad. La misma que en Selectividad me hizo contestar a un examen del que no tenía ni idea con una calma absoluta (y pasé de sacar un cero, si me hubieran dejado levantarme cuando pregunté, a sacar un 7 ¡bendito examinador!). Y estos mismos nervios fueron los que hace unos años me provocaron (junto a otra serie de circunstancias, claro) una crisis de ansiedad que me impedía hablar con más de dos personas (conocidas o no) delante. Cuando fumaba era algo más fácil relajarme. bastaba con encender un cigarro. Ni siquiera tenía que fumarlo. Tenerlo en la mano ayudaba. Pero ahora eso ya no es así, y no he encontrado otra rutina a la que aferrarme para calmar mis nervios. Y cuando estoy como ahora, cargadita de tensión, pasan cosas como la de hoy en la siesta. Me he dormido tan feliz, como cualquier otro sábado, pero al levantarme me dolía un dedo de la mano derecha. Al mirarme he visto que tenía una pequeña herida. Y lo peor es que soy plenamente consciente de que me la he hecho yo, con los dientes, mientras dormía. Solo espero que al levantarme mañana no me descubra ninguna otra marca. Y para mejorar mi buen humor, he de decir que me siento bastante tonta hoy. He descubierto una metedura de pata de hace unos días. Y de nada me sirve el pensar que yo no lo sabía, porque la verdad es que podría haberlo sabido. Si en vez de centrarme en mis propias preocupaciones hubiera prestado algo más de atención a mi alrededor, no habría pasado. Y siento muchísimo que haya pasado. No entiendo cómo he podido cegarme tanto y despreocuparme tanto de los demás. Nunca sale nada bueno cuando lo hago, y esta vez, por supuesto, no ha sido diferente. También me siento tonta por otras cosas, pero dado que esas solo me afectan a mí no importan tanto. Hay veces en las que observo mi vida, me paro a ver cómo están las cosas, y una conocida serie de notas vienen a hacer de banda sonora. ¿Alguna vez os ha pasado? No se escucha, claro, pero está ahí, describiendo mucho mejor que tus palabras cómo estás, cómo te sientes y qué está pasando en tu vida. A veces es una melodía divertida, alegre, otras es tristona. A veces es sólo música, y otras canciones cuya letra, de pronto, tiene mucha más significado para ti que antes. Si tuvierais que elegir una que definiera en este momento vuestra vida, ¿cuál sería?