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jueves, 3 de junio de 2004

14.00 De miedos y conocimientos Dado los comentarios a mi último post, en especial a una parte de él, he creído necesario escribir esta entrada. Más que nada para aclarar conceptos y actitudes ante algunas cosas, en particular, ante los miedos. Me confieso miedosa, sí. Pero no cobarde. Creo que todo el mundo tiene miedos en su vida: a no encajar, a no encontrar el amor, a la muerte, a los exámenes, a la opinión de los demás... Luego depende de cada uno el afrontarlos de la mejor forma posible. Posiblemente la mayoría de las veces no acierte en la forma de enfrentarme a ellos, posiblemente equivoque el camino más de lo que me gustaría. Quizás porque me paralizan más de lo normal, o porque aplico fórmulas que otras veces han funcionado y que, esta vez, no son las adecuadas. Pero lo sigo intentando. Sigo caminando. Sólo ha habido un par de veces en mi vida en que el miedo me ha podido, al menos durante un espacio de tiempo demasiado grande. A saber: – Con 19 años sufrí la pérdida de uno de mis mejores amigos, Jaime. Un chico encantador, con el que ahora sé que no tenía nada en común, pero del que entonces estaba enamorada. Fue una noche, después de una fiesta en mi casa, en un accidente de coche. Durante 6 meses fui incapaz de coger un coche. Subirme a ellos me costaba horrores, y permanecer en su interior era un infierno. Así que no lo hacía. Cada vez que alguien me pedía que condujera, normalmente mis padres, me negaba en redondo, llegando incluso a las lágrimas. Fueron ellos, junto a la psicóloga que entonces me trataba, los que encontraron la solución. Cara, pero efectiva. Ese año, mi regalo de cumpleaños fue un coche. Sabían que tendría que usarlo, la vergüenza porque se hubieran gastado esa pasta inútilmente fue más fuerte que mi miedo. – A los 20 años, poco después del primer miedo, llegó el segundo. Me mudé a Córdoba, cambié de ambiente y conocí a R. Todo iba bien entre nosotros. Incluso abandoné la residencia para mudarme a su piso... Hasta que dejó de entender el significado del “no”. Me costó, pero le dejé. Y entonces llegó el siguiente miedo... “¿y si todos eran iguales?”. Dejé de confiar en la gente, no quería salir con nadie, no quería volver a acercarme a nadie en mi vida... pero claro, pasó. Y aquí el segundo y el tercer miedo se mezclan. A. supo hacerse conmigo. Me escuchó y me comprendió, o eso creí yo. Tres años después no estaba tan segura. No hacía más que criticarme, a mí y a lo que hacía. Las amenazas veladas surtían efecto, y estaba dispuesta a cualquier cosa para que no me dejara. Hacía todo lo que me pedía, y cambiaba (o lo intentaba) todo aquello de mí que no le gustaba (que, seamos sinceros, parecía ser todo). Tres años. Tres largos años parada por completo, con el terror de salir al mundo, conocer gente... y que volvieran a hacerme daño. Hasta que reaccioné, aún no sé por qué, y le dejé. Plantado y con los papeles del juzgado casi a punto. Luego llegó P. y una época de soledad que ha durado casi 2 años, y que me ha venido genial para estar más a gusto conmigo, y más feliz con lo que soy. Y ya no tengo miedo a las personas. Esa es la historia de mis grandes miedos. Los que me han parado. El resto, poco a poco, los voy capeando. De los que hablaba en el último post son tonterías comparados con esos tres. Y no van a hacer que deje de hacer cosas, ni de coña. Sí, tengo miedo a la hipoteca, pero me he metido de cabeza en ella. Sí, a veces siento el temor de que no funcione tampoco esta vez con Athair, pero todos deberíais saber que no voy a dejar de intentarlo, porque si me quedo parada, seguro que no sale. Tengo miedo de no volver a ser redactora, pero eso no me va impedir intentar ser la mejor editora de la revista. Así que no os preocupéis, que sigo en la brecha. Por mucho tiempo. Y me echen lo que me echen. Además, voy aprendiendo a pedir ayuda... Como alguien me dijo alguna vez “el miedo no te domina, tú puedes al miedo”. Y ahora los conocimientos, o el pique que me ha entrado con las preguntas del blog de Cassandra, así que ahí van: 1. ¿Quién eres tú? 2. ¿Somos amigos? 3. ¿Cómo y cuándo nos conocimos? 4. ¿Estás/has estado enamorad@ de mí? 5. ¿Me besarías? 6. Descríbeme en una palabra. 7. ¿Cuál fue tu primera impresión de mí? 8. ¿Sigues pensando eso de mí? 9. ¿Qué te recuerda a mí? 10. Si me pudieses regalar algo... ¿Qué sería? 11. ¿Cómo de bien me conoces? 12. ¿Cuándo ha sido la última vez que nos hemos visto? 13. ¿Alguna vez me has querido decir algo pero no has podido? 14. ¿Vas a poner esto en tu blog para ver lo que digo de ti?